Por: Nelson Enrique Vila Santos
Lo escuché un programa argentino de mucha audiencia, decía
el conductor que en el periodo de las “dictaduras militares se mentía tan
patológicamente” como lo hacen hoy los denominados gobiernos populistas o del
socialismo del siglo XXI. Recordaba que mientras difundían profusamente
“propaganda negra” a favor de los derechos humanos asesinaban a millares de
argentinos por sus ideas progresistas.
La mentira patológica se replica en Bolivia escandalosamente
en las acciones de los líderes partidarios del siglo pasado y sus regímenes.
Los vinculados o emergentes del nacionalismo revolucionario del 52, las
dictaduras militares, los reformadores del neoliberalismo y por último en
ciertos partidos de izquierda. El líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz
retrata casi a la perfección este periodo de la siguiente manera: “Vivimos un
momento en el que los más fieles representantes de los intereses imperialistas
hablan de revolución, un tiempo en el cual aquellos que han subastado el
patrimonio territorial del país hablan de patriotismo, un tiempo en el que los
legítimos defensores de los intereses de la derecha hablan de izquierda”.
Si esto pasó de forma enfermiza con los partidos y gobiernos
de la pasada centuria, hoy en el siglo XXI, podemos afirmar sin riesgo a
equivocarnos que el gobierno plurinacional encabezado por el Movimiento al
Socialismo (MAS) ha sintetizado de forma grosera, alevosa y sin mediaciones aquellos
males descritos por Quiroga Santa Cruz, pero con un aditamento nefasto, ha
malutilizado miles de millones de bolivianos en sendas campañas
propagandísticas para solapar el engaño de sus discursos, para ocultar
arteramente de la vista del pueblo sus políticas proimperialistas,
antipatrióticas y dignas de la nueva derecha, del nuevo poder conservador y
restaurador en la que hoy se ha convertido el MAS con una solapa de izquierda y
de indigenista.
En esta coyuntura, en que el pueblo boliviano está en
permanente movilización callejera en defensa de su voto tenemos que
retrotraernos a la génesis del mal plurinacional, de la megamentira, para
comprender porque no deja de adulterar la realidad en todas sus políticas de
estado, principalmente, las relacionadas al domino de los recursos naturales
por parte del pueblo y la industrialización del país, que hoy es el gran
proyecto nacional de liberación.
El origen de los males del régimen plurinacional y su paulatino
desgaste político, que lo ha orillado hoy a ser el enemigo principal de la
nación boliviana e incluso le ha obligado a alterar los datos de las elecciones
nacionales del 20 de octubre de 2019 para mantenerse en el poder por medio de
un #MegaFraude, se reduce en la FALSA NACIONALIZACIÓN DE LOS HIDROCARBUROS,
inscrita en el Decreto Supremo 28071 del 1 de mayo de 2006, considerada como
una falacia, incluso, por los más insignes defensores de la inversión petrolera
extranjera. Veamos
El experto Carlos Miranda Pacheco, ex presidente de YPFB,
recordando en su columna semanal los 50 años de la segunda y verdadera
nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia que sucedió un 17 de octubre de
1969, cuando se expulsó a la estadounidense Gulf Oil asevera: “En la industria
petrolera se considera que un país ha decidido nacionalizar la industria cuando
el gobierno confisca los bienes y activos de las compañías extranjeras que
operan en el país y se compromete a una indemnización por los efectos de las
medidas” (Pagina Siete, 21-10-2019).
Y el régimen masista contrariamente, según Miranda “En mayo
de 2006, el actual gobierno adoptó una serie de medidas que llamó “la nueva y
definitiva nacionalización de los hidrocarburos”. El D.S. 28701, en forma
resumida establecía la venta del 51% al Estado de las acciones de las compañías
capitalizadas, que toda la producción de gas sea comercializada por YPFB y que
se firmen nuevos contratos con las compañías extranjeras operando en el país.
En síntesis, todo lo anterior estaba ya indicado en la Ley 3058. No hubo
ninguna confiscación y menos compromisos de indemnización. El nombre de
“nacionalización” fue utilizado para recalcar el efecto político publicitario
que se buscó al lanzar esas medidas en un 1º de mayo”.
Entonces de qué nacionalización nos habla el jefe de Estado
y sus seguidores, qué falacia de nacionalización nos repite hasta el cansancio
y hasta el hartazgo en las campañas propagandísticas gubernamentales. Si
nuestros distinguidos lectores quieren más argumentos sobre este tema les
invito a pinchar este link: https://www.youtube.com/watch?v=Krqr2Aj1MNI&t=187s.
Ante semejante mentira nacionalizadora, el gobierno
plurinacional utilizó todos los recursos de la propaganda negra, tanto
económicos como discursivos, para distorsionar y atrofiar la realidad y
convencer, principalmente, a los sectores populares que cumplió con la gran
aspiración del pueblo de recuperar auténticamente el gas. Por ello, el
elevadísimo gasto del ministerio de Comunicaciones desde el 2006 hasta el 2018
cuya suma llega a cerca de los 4 mil millones de dólares, es decir, más del
doble del gastó en Salud y Educación, que por separado ninguno de los dos llega
a los 1.900 millones. (http://www.icees.org.bo/2019/08/los-gastos-descarados/
). Se repite en nuestra historia la fórmula del jefe de la propaganda nazi Joseph
Goebbels: “Miente, miente que algo queda”. Así actúa el gobierno, pero con la
debilidad de que no puedes sostener una mentira tan grande todo el tiempo y
pronto queda desnuda y derribada.
Con la falsa nacionalización y las demás medidas a su
alrededor, el gobierno del MAS ha demostrado que es un rabioso representante de
los intereses imperialistas en Bolivia pero habla de revolución cada día, subasta
el patrimonio estatal a favor de las empresas transnacionales (petroleras,
mineras y agroindustriales) en el país pero hablan de patriotismo y es un
tiempo en el cual se ha demostrado que es un ferviente defensor de los
intereses de la derecha pero habla de ser de izquierda.
Por ello, el gobierno plurinacional necesita mantenerse en
el poder y recurre al #Megafraude para continuar con el saqueo de Bolivia y
mantener sus privilegios, pero son tiempos de transformación, la nación
boliviana despertó de un letargo de 14 años y es comandado por los jóvenes que
no claudicarán con el plus de que tiene un proyecto nacional: La Agenda de
Octubre.