lunes, 1 de marzo de 2010

Acuerdo entrega el agua dulce del altiplano a las empresas chilenas


--Estrategia chilena más allá del Silala

Nelson Vila Santos

La Paz, 28 Feb. (HORA 25).- Más allá de la deuda histórica, las implicaciones legales y soberanas sobre las aguas del Silala, el artículo 4 -del último ACUERDO INICIAL concensuado el pasado 13 de noviembre de 2009 en Santiago de Chile- entrega prácticamente, al poder oligárquico-transnacional chileno, las aguas dulces del altiplano boliviano de gran valor estratégico para nuestro desarrollo.
El mencionado artículo en su versión inicial aprobada el pasado 28 de julio del año pasado entre representantes de ambos países señalaba: “Considerando la fragilidad del ecosistema del Silala o Siloli, por el presente Acuerdo las Partes se comprometen a mantener las condiciones actuales de caudal y calidad del agua que fluye a través de la frontera, y a cuidar que cualquier obra que emprendan a futuro individual o conjuntamente no afecte dicho caudal y calidad. (Las negrillas son mías)”.
En la nueva versión de noviembre, sólo se cuidó la mejora de la redacción. A la letra dice: “Considerando la fragilidad del ecosistema del Silala o Siloli, por el presente Acuerdo las Partes se comprometen a mantener las condiciones de caudal y calidad del agua que dependan de las partes y a cuidar que cualquier obra que emprendan a futuro individual o conjuntamente no afecte dicho caudal y calidad”.
En otras palabras, nos meten de contrabando un compromiso que ofende nuestra inteligencia y soberanía. Prácticamente, las autoridades del Ejecutivo dan la fe del Estado para “mantener las condiciones actuales de caudal y calidad de agua”, cuando los estudios científicos señalan que el líquido elemento que fluye del Quetena es de carácter prehistórico y en el mediano plazo se agotarán.
Pero como asumimos una obligación de Estado, el poder chileno nos presionará a mantener el caudal y calidad recurriendo a otras fuentes acuíferas que los bolivianos poseemos en nuestro altiplano. Por ello, también el oprobioso acuerdo establece el inicio de estudios en nuestro suelo para seguir canalizando otros ojos de agua.
No olvidemos que en 1950, las autoridades del Mapocho filtraron la noticia sobre un posible canje territorial a cambio de la franja en el norte de Arica que sería compensado por los lagos Titicaca, Poopó y Coipasa. Incluso se habló de construir un acueducto para tener el líquido elemento para el desarrollo del poderío oligárquico chileno. Esta propuesta fue criticada entonces por intelectuales nacionales de la talla de Franz Tamayo.

¿Si no cumplimos el acuerdo qué pasará?

¿Si no cumplimos el acuerdo de mantener el caudal y la calidad de agua qué sucederá? Remontémonos a la historia de la Guerra del Pacífico. Recordemos que el gobierno de Tomas Frías firmó en 1874 un tratado que ratificaba el paralelo 24º como frontera y se obligaba a no gravar por el término de 25 años, con impuesto alguno a persona o empresa chilena que se estableciera en territorio boliviano. Cuando el Estado boliviano decidió gravar con 10 centavos la exportación del quintal de salitre, ésta fue la excusa para la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879 y el inicio de una confrontación bélica para beneficio de empresas anglochilenas y consiguiente encierro de la nación boliviana.
Con estos antecedentes, la oligarquía chilena tendría la excusa para declararnos la guerra e invadir nuestro territorio porque los bolivianos no cumpliremos el acuerdo internacional de garantizar su abastecimiento del líquido elemento. Así cumplirían el sueño de sus mandatarios oligárquicos más reaccionarios: anexar Oruro y Potosí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario